Uno de los objetivos macro de la educación es la socialización, es decir, la adquisición del lenguaje, criterios de valoración, ideas, costumbres que son dominantes en la sociedad en que se vive. Este proceso de socialización es clave para fortalecer una sociedad democrática, ya que desde pequeñas las personas deben aprender a respetar a quienes completan su entorno social (familia, amigos, compañeros de sala).
Este proceso de socialización, se ve complementado con un proceso de personalización, por el cual la persona desarrolla sus capacidades y potencialidades, hace efectivas sus posibilidades, crece y se perfecciona. Este proceso es el que provoca el avance y transformación de la cultura, ya que se reciben y asimilan las pautas culturales, y además se las transforma a partir de actitudes personales de carácter creativas y originales.
El aprendizaje colaborativo por una parte desarrolla la capacidad para trabajar en equipo, donde todos quienes forman este grupo cohesionado tienen como meta un fin común (socialización) y por otro lado, existe la consecución de una meta personal (personalización), que se consuma al momento en que el grupo la cumple, según Toledo (1994) citado por Gallego y Alonso (s/f) es a lo que se le denomina Perspectiva Motivacional.
El aprendizaje colaborativo tiene su sustento en el constructivismo con implicancias sociales, lo que permite también:
- Establecer nuevos vínculos interpersonales.
- Percibir y valorar las capacidades propias y las de los miembros del equipo.
- Comprobar la comprensión de los estilos de aprendizaje propio y de los demás.
En el aprendizaje colaborativo, los alumnos se preocupan por el grupo y por tanto, se detienen a ayudar a aquellos que se encuentran más desfavorecidos en algún momento, esto produce, lo que Vigotsky denomina la Zona de desarrollo próximo (ZDP), es decir, el aprendizaje que se puede lograr con ayuda de un tutor (compañero). Por otra parte, a este tutor le permite poner en práctica lo aprendido y afianzando aquellas áreas que no se encuentren muy estructuradas. Apoyándonos en lo que plantea Piaget, el hecho que los alumnos debatan entre ellos y confronten sus ideas, conllevará a la creación/expansión de nuevas estructuras mentales y por último, desarrollará en el grupo un sentido de pertenencia, una responsabilidad en la gestión del grupo y un respeto frente a las reglas establecidas, tanto intrínseca como intrínsecamente.
El Instituto Tecnológico de Monterrey (2008) distingue cinco puntos para evaluar la calidad de una actividad colaborativa
- Interdependencia positiva
- Interacción fomentadora (cara a cara)
- Responsabilidad individual
- Habilidades interpersonales y en pequeños grupos
- Procesamiento por el grupo de su desempeño y para su mejora futura.
Algunos Modelos de Aprendizaje Colaborativo
Existen múltiples modelos basados en el aprendizaje colaborativo, pero pensamos importante comentar sobre uno en especial que consideramos muy sencillo de instaurar y por ende, fácil de replicar en cualquier realidad, nivel y contexto.
Es el modelo STAD (Student Teams Achievement Divisions) de Robert Slavin de la Universidad Johns Hopkins, desarrollado a fines de los años 70. Este modelo comienza por dividir grupos con 4 – 5 miembros, quienes estudiarán, apoyándose mutuamente, a partir del material brindado por el profesor. Luego cada alumno por separado se evaluará, sumando los puntajes de éstos para obtener un rendimiento grupal. Se recompensa a los grupos por su desempeño. Los grupos se conforman con estudiantes de diferentes sexos, habilidades académicas y raza. Todo el ciclo de actividades de este modelo lleva alrededor de tres a cinco periodos de clases. Es apropiado para enseñanza de objetivos bien definidos (con respuestas acotadas) como por ejemplo geografía, economía, matemática.