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02 julio 2010

Implicaciones educativas de la Inteligencia Emocional

Al referirnos al concepto de inteligencia debemos trasladarnos a fines del siglo XIX donde se da comienzo a los trabajos que concluirán con la definición de dicho concepto, una definición un tanto diferente a la de hoy en día.   Posteriormente, la década de 1900 fue marcada por la utilización de test para “medir” lo que Binet denominó Cociente mental; éste a través de la ejecución de diferentes tareas (fluidez numérica, comprensión verbal, visualización espacial, memoria asociativa …) podía evaluar el desempeño de la persona determinando su nivel de inteligencia.  Más tarde, Stern sugirió que la edad mental de una persona podía determinarse a partir de su edad cronológica.  El Cociente Intelectual o CI se considera una variable que permanece constante desde la niñez, incapaz de sufrir modificaciones a excepción de lesiones cerebrales.
Wechsler en 1939, desarrolló una escala de inteligencia para adultos, utilizada hasta hoy en día, denominada WAIS.  La determinación de los valores del CI está determinada por valores estándar obtenidos de muestras normativas.
Si bien es cierto, también hubo quienes no consideraban a la inteligencia como una rasgo único asociado a patrones cognitivos establecidos, sino que a la existencia de varios componentes, de varias habilidades, como por ejemplo Piaget, quien distingue dos puntos esenciales en el funcionamiento intelectual : afectivos y congnocitivos.
Alrededor de 1994, Gardner sostiene la idea de la existencia de una estructura mental y múltiples inteligencias, a lo que se le llamó, las 7 inteligencias de Gardner.  Él pensaba en la idea que no existía una única inteligencia, sino muchas de ellas, tan o más importantes que la cognitiva. 
Gardner de igual manera se refiere a las inteligencias personales, las que están relacionadas con el propio sentimiento (inteligencia intrapersonal) y el reconocimiento de éste en los demás (inteligencia interpersonal).
Pero quien dudablemente ha sido quien ha ganado más terreno en lo referido a la Inteligencia Emocional es Daniel Goleman, “aunque los verdaderos introductores de esta materia fueron Salovey y Mayer” (Gallego, Alonso s/f)

¿ Por qué es tan importante la Inteligencia Emocional (IE) ?
Hay un estudio, del libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman, que nos gustaría relatar porque creemos nos acercará mucho al concepto final de Inteligencia Emocional. 
Waltter Mischel llevó en la década de los sesenta una investigación con preescolares de 4 años de edad, a quienes se les dejó en una sala, a solas con un caramelo sobre la mesa, antes de salir el investigador les decía que si esperaban a que él volviera se podrían comer dos golosinas.  A pesar de la edad de los niños hubo algunos que esperaron a que el examinador volviera y por ende, recibían el premio de dos golosinas.  También hubo, por supuesto, quienes al sentirse solos en la sala, cogían el caramelo sin esperar ningún tiempo.   Años después cuando estos niños terminaron la educación secundaria fueron nuevamente entrevistados. Los pequeños que esperaron el premio de dos caramelos o sea que aguardaron que el experimentador volviera con ellos eran “adolescentes poco proclives a desmoronarse”… “adolescentes que no se desconcertaban ni se quedaban sin respuestas cuando se les presionaba, adolescentes que no huían de los riesgos sino que los afrontaban e incluso los buscaban, adolescentes que confiaban en sí mismo y en los que también confiaban sus compañeros” (Goleman, 1999).  Por otra parte, los niños que sí tomaron el caramelo sin esperar la vuelta del experimentador  eran “adolescentes temerosos de los contactos sociales, más testarudos, indecisos más perturbados por las frustraciones, más inclinados a considerarse malos…desconfiados, resentidos, celosos y envidiosos” (Goleman, 1999). 
Lo más sorprendente fue que al terminar el instituto fueron nuevamente evaluados descubriendo que el rendimiento académico de quienes habían esperado pacientemente a los cuatro años era muy superior al de aquellos otros que no esperaron, es decir, si nos mantenemos en que la inteligencia es sólo un aspecto cognitivo… ¿qué pasó con estos alumnos? ¿ ahora son menos inteligentes que antes?
Lo que observamos en esta investigación es clave para determinar cuán importante es la Inteligencia Emocional y más para quienes somos educadores.  Es sabido que bajo estrés o presión nuestro funcionamiento cognitivos es bajo, lo vemos a diario en jugadores de futbol que por la presión arrojan la pelota lejos del arco, alumnos que por la apremio del examen olvidan todo lo que habían estudiado, personas que se paralizan al manejar un vehículo por la presión de los otros conductores.
 “La inteligencia emocional implica la habilidad para percibir y valorar con exactitud la emoción; la habilidad para acceder y/o generar sentimientos cuando éstos facilitan el pensamiento; la habilidad para comprender la emoción y el conocimiento emocional, y la habilidad para regular las emociones que promueven el crecimiento emocional e intelectual”. (Mestre y Fernández, 2007).
La Inteligencia emocional es la habilidad que nos permite manejarnos dentro de una sociedad que nos exige una serie de competencias sociales, es la que nos alerta de cómo estamos, qué estamos sintiendo, qué nos está afectando y  por otro, nos está informando cómo se encuentra nuestro entorno, y es en definitiva, quien marcará el rumbo de nuestra vida.

01 julio 2010

Aprendizaje Colaborativo y Telemática

Uno de los objetivos macro de la educación es la socialización, es decir, la adquisición del lenguaje, criterios de valoración, ideas, costumbres que son dominantes en la sociedad en que se vive. Este proceso de socialización es clave para fortalecer una sociedad democrática, ya que desde pequeñas las personas deben aprender a respetar a quienes completan su entorno social (familia, amigos, compañeros de sala). 
Este proceso de socialización, se ve complementado con un proceso de personalización, por el cual la persona desarrolla sus capacidades y potencialidades, hace efectivas sus posibilidades, crece y se perfecciona. Este proceso es el que provoca el avance y transformación de la cultura, ya que se reciben y asimilan las pautas culturales, y además se las transforma a partir de actitudes personales de carácter creativas y originales.
 El aprendizaje colaborativo por una parte desarrolla la capacidad para trabajar en equipo, donde todos quienes forman este grupo cohesionado tienen como meta un fin común (socialización) y por otro lado, existe la consecución de una meta personal (personalización), que se consuma al momento en que el grupo la cumple, según Toledo (1994) citado por Gallego y Alonso (s/f) es a lo que se le denomina Perspectiva Motivacional.
El aprendizaje colaborativo tiene su sustento en el constructivismo con implicancias sociales, lo que permite también:
  • Establecer nuevos vínculos interpersonales.
  • Percibir y valorar las capacidades propias y las de los miembros del equipo.
  • Comprobar la comprensión de los estilos de aprendizaje propio y de los demás.
En el aprendizaje colaborativo, los alumnos se preocupan por el grupo y por tanto, se detienen a ayudar a aquellos que se encuentran más desfavorecidos en algún momento, esto produce, lo que Vigotsky denomina la Zona de desarrollo próximo (ZDP), es decir, el aprendizaje  que se puede lograr con ayuda de un tutor (compañero).  Por otra parte, a este tutor le permite poner en práctica lo aprendido y afianzando aquellas áreas que no se encuentren muy estructuradas.  Apoyándonos en lo que plantea Piaget, el hecho que los alumnos debatan entre ellos y confronten sus ideas, conllevará a la creación/expansión de nuevas estructuras mentales y por último, desarrollará en el grupo un sentido de pertenencia, una responsabilidad en la gestión del grupo y un respeto frente a las reglas establecidas, tanto intrínseca como intrínsecamente.
El Instituto Tecnológico de Monterrey (2008) distingue cinco puntos para evaluar la calidad de una actividad colaborativa
  • Interdependencia positiva
  • Interacción fomentadora (cara a cara)
  • Responsabilidad individual
  • Habilidades interpersonales y en pequeños grupos
  • Procesamiento por el grupo de su desempeño y para su mejora futura.
Algunos Modelos de Aprendizaje Colaborativo
Existen múltiples modelos basados en el aprendizaje colaborativo, pero pensamos importante comentar sobre uno en especial  que consideramos  muy sencillo de instaurar y por ende, fácil de replicar en cualquier realidad, nivel y contexto.
Es el modelo STAD (Student Teams Achievement Divisions) de Robert Slavin de la Universidad Johns Hopkins, desarrollado a fines de los años 70. Este modelo comienza por  dividir grupos con 4 – 5 miembros, quienes estudiarán, apoyándose mutuamente, a partir del material brindado por el profesor.  Luego cada alumno por separado se evaluará, sumando los puntajes de éstos para obtener un rendimiento grupal.  Se recompensa a los grupos por su desempeño.  Los grupos se conforman con estudiantes de diferentes sexos, habilidades académicas y raza.  Todo el ciclo de actividades de este modelo lleva alrededor de tres a cinco periodos de clases.  Es apropiado para enseñanza de objetivos bien definidos (con respuestas acotadas) como por ejemplo geografía, economía, matemática.